Por muy bueno que seas como inquilino, hay circunstancias en la vida que te impiden, puntualmente, hacer ciertas cosas. Un accidente doméstico, un despido (improcedente, que casi siempre lo son), un problema de salud…, pueden reducir tu presupuesto mensual de forma más o menos drástica.
Los profesionales del alquiler lo tenemos claro: las condiciones socio-económicas provocadas por la crisis mundial hacen que incluso los buenos inquilinos dejen de pagar la renta de forma puntual pero, ¿cuáles son los principales motivos que nos llevan a esta situación?
Cinco motivos por los que un buen inquilino dejaría de pagar la renta
1. Despido laboral
Estas cosas pasan, pero no hay que quedarse en casa por ello. La mejor manera de superar un despido laboral es ponerse a buscar trabajo al mismo día siguiente de firmar el finiquito. Calcula tus ingresos a partir de ahora y busca un alquiler más económico si no puedes afrontar la renta en tu nueva situación. Si tienes un seguro que cubra esta situación, tira de él.
2. Divorcio o separación conyugal
Sí, esto también pasa y cada vez más, por desgracia. Sin entrar en pormenores, separarse implica empezar de nuevo y volverse a independizar, y en estos casos, aunque suene paradójico, los gastos aumentan, en lugar de reducirse. Ten en cuenta que una sola bombilla alumbra igual a uno que a dos, pero gasta exactamente la misma energía. Si la cosa va bien sólo tendrás que adaptarte a la nueva situación y ajustar el presupuesto a la renta mensual. Pero si la cosa va mal te va a tocar contratar a un abogado. Salvo que tu casero sea también tu “expareja”, él no tendrá la culpa de la situación, y no se merece que dejes de pagar el alquiler porque tienes que gestionar tu separación legalmente. Sin ánimo de sembrar desconfianzas en las relaciones personales que tiene cada uno, hay que pensar en una asistencia jurídica permanente, porque nunca se sabe lo que puede pasar…
3. Defunción de un miembro de la unidad familiar
Además del trastorno sentimental que supone perder a un ser querido, la defunción de un miembro de la unidad familiar puede llevarnos a la “quiebra” económica. Lamentable, pero necesariamente, las gestiones para despedir a un ser querido son muy costosas y hay que recurrir a fondos que no tenían ese destino para hacerlo como se merece… incluso del presupuesto destinado a la vivienda. Por eso, que tu familiar haya contratado un seguro de decesos puede sacarte del apuro. Piensa en “seguir la cadena” y evitarles esta situación a los que vengan detrás de ti…
4. Accidente
Nada hay más imprevisto que un accidente, estamos de acuerdo. Y de los accidentes no tiene nadie la culpa. Por eso son accidentes. Y como nadie tiene la culpa, nadie tiene por qué pagar las consecuencias, ni siquiera tu casero. Un accidente puede provocarte desde la rotura de una pierna, hasta una incapacidad permanente, con la consecuente merma de ingresos y el incremento de gastos médicos imprevistos. Estar cubierto con un seguro de accidentes paliará los gastos derivados del imprevisto y te permitirá, dentro de lo posible, adaptarte a tu nueva situación de “accidentado” de la forma menos accidentada posible.
5. Un problema serio de salud o enfermedad grave
Casi, casi como pasa con los accidentes, pasa con los problemas de salud, aunque en este caso, más vale prevenir… la salud es lo primero y es perfectamente comprensible que hasta el mejor inquilino destine su presupuesto mensual para el alquiler a los mejores médicos para curarse cuanto antes. Pero hay opciones para no llegar a esta situación, ya sabes, los seguros de salud. Vale que siempre pensamos eso de “yo me cuido mucho” o “eso a mi no me va a pasar” pero sentir el respaldo te hace afrontar los problemas con mayor seguridad.